¿Quién no ha oído hablar de los espartanos? Esos guerreros barbudos, fuertes, ágiles y despiadados. Temidos por aliados y enemigos componían uno de los ejércitos más formidables, sólidos y eficaces de la Antigüedad Clásica. Pero, ¿qué los hacía tan temibles? ¿Cómo entrenaban para llegar a convertirse en las máquinas de matar que nuestro imaginario colectivo tiene en mente? ¿Es todo lo que nos cuentan sobre ellos real o una versión idealizada transmitida a través de la Historia?
Todas estas preguntas requerirían una investigación mucho más profunda. No es éste el objetivo de nuestro artículo. Simplemente quiero ofrecer algo de inspiración e información acerca de cómo estos guerreros entrenaban para su cometido y qué los hacían tan eficientes físicamente. Este es sólo otro caso más sobre cómo la Historia sirve de inspiración en todos los aspectos de nuestra vida.
Antes de comentar detenidamente qué clase de entrenamiento funcional realizaban, me parece interesante situarnos espacial y temporalmente.

Mapa-Esparta-Grecia

 

Esparta surge en el siglo X a.C. tras la invasión de los dorios (un pueblo del norte de la actual Grecia), por razones aún no esclarecidas del todo, de la Península del Peloponeso. Derrotaron a los habitantes nativos y fundaron la ciudad. Entre el 740 y 720 a.C. conquistaron el estado vecino de Mesenia, logrando la autosuficiencia alimenticia para Esparta. En el año 668 a.C., los espartanos fueron derrotados en una guerra contra Argos, así como sufrieron una revuelta mesenia en el 630 que duró 17 años. Estos hechos son de gran importancia para la configuración de la mentalidad espartana, ya que debían fortalecer sus posiciones para seguir dominando a la población bajo su control y prevenir revueltas internas así como protegerse ante posibles invasiones externas.

Ello, unido a la peculiaridad geográfica de la Península del Peloponeso, con sus valles enclavados entre montañas que aislaban las poblaciones entre sí, dio lugar a la idiosincrasia de esta civilización. Por ello, y esto es especialmente importante, la existencia de una Esparta militarizada, de escasa producción intelectual y cultural, un Estado militar, se corresponde con la evolución de dicho Estado hacia finales del siglo VI.

Esparta crea un sistema destinado a formar guerreros a tiempo completo, basando su vida en el entrenamiento y la lucha para estar permanentemente preparados. Las durísimas e incómodas condiciones en que vivían así como su escaso contacto con el mundo exterior contribuían a esa mente alerta y preparada para el combate. De hecho, como parte de su entrenamiento, debían practicar el pillaje y asesinato sobre poblaciones sometidas con el doble objetivo: entrenamiento militar real y diezmar numéricamente a dichas poblaciones que superaban ampliamente en número a los espartanos (especialmente cuando el grueso del contingente espartano se encontraba fuera de la ciudad). Como contraprestación a toda esta vida de lucha, los hombres nacidos en Esparta eran ciudadanos en base a su calidad para servir en el ejército, siendo este requisito indispensable para obtener derecho a voto.

Imagen extraída de Wikipedia. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Hoplita_soldado_espartano.jpg Espartano-Guerrero-Escudo-lanza-armadura-casco

Por ello, la capacidad física era un atributo de capital importancia, ya que sólo los hombres fuertes y sanos podían ser soldados. Cada recién nacido era examinado por funcionarios en busca de signos de debilidad física o mental, siendo la muerte (directa o indirecta) el destino del neonato en caso afirmativo. Para asegurar dichas condiciones, el estado espartano era el encargado de gestionar la educación (a diferencia de otras poleis donde corría a cargo de particulares). En dicha educación las materias más importantes eran el deporte, la danza y el entrenamiento con armas. Se educaba a un chico hasta los 20 años para después ir al ejército y formar parte de un club militar viviendo en condiciones cuartelarias muy duras. Durante dicha educación y durante toda su vida, estos soldados practicaban una larga lista de deportes (con orientación militar o no) con el objetivo de mantener esa forma física: boxeo; pancracio; lanzamiento de disco y jabalina; natación; pentatlo (prueba de atletismo compuesta de 5 disciplinas, carrera, disco, jabalina, salto y lucha); tiro con arco; esgrima; equitación; y caza.

En este sentido, encontramos varios testimonios al respecto como  manifiesta   claramente  la  descripción  de  Plutarco en  su Vida  de  Licurgo (16.10-13),  el  semilegendario legislador espartano al que se atribuían las leyes que regían el estado espartano"Así  pues,  a  leer  y  a  escribir  aprendían  porque  era  necesario,  pero  todo  el  resto  de  la  educación tenía como meta obedecer disciplinadamente, resistir las penalidades y vencer en  la  batalla.  Por  eso  también,  conforme  su  edad  aumentaba,  se  iba  intensificando  su  entrenamiento,  rapándolos  al  cero  y  acostumbrándolos  a  caminar  descalzos  y  a  jugar  desnudos la mayor parte del tiempo. Cuando llegaban a los 12 años seguían viviendo aún sin túnica, llevando un solo manto todo el año, con los cuerpos secos y desconocedores de baños y ungüentos, excepto unos pocos días del año en que disfrutaban de tales placeres.”[1]

No  muy  diferente  es  el  testimonio,  500  años  anterior  al  de  Plutarco,  del  ateniense  filoespartano  Jenofonte,  al  que la  educación  espartana  le  parece  muy  bien (Constitución  de  los  lacedemonios 2.2-5): "y  les  asignó  (Licurgo)  también   portalátigos elegidos  de  entre  los  jóvenes,  para  que  castigasen  a  los  niños  cuando  fuera  preciso,  de  manera  que  gran  respeto  y  gran  obediencia  concurren en  ello.  Además,  en  lugar  de  hacer  delicados  los  pies  con  el  calzado,  ordenó  endurecerlos  yendo  descalzos,  pues  estimaba  que,  si  así  se  ejercitaban,  mucho  más  fácilmente  subirían  montañas  y  con  mayor  seguridad  bajarían  pendientes,  saltarían, brincarían y correrían más rápidamente. Y en lugar de ablandarse con mantos, estimaba  que  debían  acostumbrarse  a  llevar  un  solo  manto  durante  todo  el  año,  considerando que así estarían mejor preparados tanto contra el frío como contra el calor. Y  en  cuanto  a  la  comida,  ordenó  que  el  jefe  de  los  jóvenes en  las  marchas  dispusiera  de  una  cantidad  tal  que  nunca  se  sintieran  pesados  por  hartura  ni  desconocieran  lo  que  es  pasar necesidad, estimando que los así educados serían más capaces, si fuera preciso, de aguantar  sin  comer  y  resistirían  durante  más  tiempo  con  la  misma  ración,  si  así  se  les  ordenase".[2]

Paralelamente a los hombres, las mujeres también recibían una educación. Sin embargo, la misma estaba orientada a la obediencia y al mantenimiento de las condiciones físicas óptimas con un objetivo reproductor. La idea estaba clara, de padres portentos físicos debían nacer niños que también lo fueran. De hecho, se permitía lo que conocemos como teknopoiía o reproducción, cuando un hombre anciano permitía a su esposa ser fecundada por otro hombre más joven con dicho objetivo.

Así lo afirma explícitamente, en la primera mitad del siglo IV a.C., el ateniense filoespartano Jenofonte (Constitución de los lacedemonios 1.4): “(Licurgo) considerando que para las mujeres libres lo más importante era la procreación de hijos, en primer lugar ordenó que el sexo femenino ejercitase su cuerpo no menos que el masculino, y en segundo lugar estableció para las mujeres, como también para los hombres, competiciones de velocidad y fuerza entre ellas, estimando que de unos padres fuertes nacen asimismo hijos más robustos”.

Esto explica sin lugar a dudas por qué las mujeres espartanas competían en pruebas de atletismo así como llevar túnicas cortas. Esta situación es asombrosamente diferente en cuando a derechos y libertad de la mujer en comparación con la situación de las mujeres en el resto de las ciudades griegas.

Por el contrario, y a pesar de dicha situación, no se les permitía realizar todos los ejercicios físicos de los varones. Tal y como lo describe Fernando García Romero: “Aludiendo a un tipo de ejercicio típico de las espartanas llamado bíbasis, que consistía en saltar hasta tocarse los glúteos con los pies, ya fuera con los dos pies juntos o bien saltando alternativamente sobre cada una de las dos piernas.

Parece claro, dada la coincidencia de nuestras fuentes, que las jóvenes espartanas practicaban la danza, por supuesto, la carrera pedestre  (el deporte femenino por excelencia en el mundo grecorromano, junto con los juegos de pelota, sin duda también practicados por las espartanas) y la lucha (ejercicio privilegiado en la educación física griega antigua, por ser considerado el más completo para educar cualidades físicas y anímicas). También pudieran haber practicado los lanzamientos de disco y jabalina, y con seguridad el salto, al menos en la modalidad llamaba bíbasis a la que alude Aristófanes; es decir, las cinco pruebas del pentatlo. Algunos testimonios invitan a pensar que también podían haber practicado la natación e incluso la equitación. En cambio, las disciplinas más violentas, el boxeo y el pancracio, parece que no formaban parte del entrenamiento físico de las espartanas.”[3]        

Resumiendo, la forma física de los/as espartanas era envidiable en comparación con el resto de la población civil y puede que militar también en otras ciudades estado griegas. Aunque inicialmente es probable que dichas actividades tuvieran como objetivo el entrenamiento físico, con el tiempo, las mismas empezaron a ser realizadas con un fin militar específico, predominando aquéllas más acordes con dicho fin. En cualquier caso, las condiciones de extrema dureza de sus entrenamientos y vida diaria así como la gran cantidad de deportes que practicaban dan buena cuenta de la versatilidad física de habitantes de Esparta, aspecto que explica la prestación de servicio militar hasta los 50 años en algunos casos, teniendo en cuenta que 50 años en la época era considerado anciano en otros lugares.

 

 

Bibliografía

  1. Peach Susan y Millard, Anne (ilustraciones de Ian Jackson): “Cómo vivían los griegos”. Susaeta. 2005
  2. García Romero, Fernando: Educación física femenina en la Grecia arcaica y clásica: una comparación entre Esparta, Atenas y las ciudades ideales. Universidad Complutense de Madrid. 2016.
  3. García Romero, Fernando: Deporta y educación en la Grecia Clásica. ISSN: 2340 -7166 Universidad Complutense de Madrid. 2015.

 

 

[1] García Romero, Fernando: Deporta y educación en la Grecia Clásica. ISSN: 2340 -7166 Universidad Complutense de Madrid. 2015.

[2] Ídem.

[3] García Romero, Fernando: Educación física femenina en la Grecia arcaica y clásica: una comparación entre Esparta, Atenas y las ciudades ideales. Universidad Complutense de Madrid. 2016.

 

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50 sit ups
50 burpees
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Artículo escrito por Miguel Campos Pérez, profesor de Historia de secundaria, apasionado del deporte y la lectura. Escalador compulsivo.


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